miércoles, 2 de septiembre de 2015

NUESTROS IDOLOS

Éxodo 34:29

29 Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios. 30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.

Moisés había sido cambiado, y lo único distinto que le había ocurrido, es que él había pasado 40 días en comunión con el único verdadero y sabio Dios, el que está en lo alto, dueño del cielo y de la tierra, el Dios de gloria, y de repente la cara de Moisés, que ha contemplado la espalda de la gloria de Dios se ha reflejado en la cara, en el rostro de un mero mortal, y de repente la gente que lo vio le dice: cúbrete Moisés!! Tenemos temor Moisés había sido cambiado por lo que él adoró.

Tú y yo necesitamos tiempo con Dios. El apóstol Pablo, un hombre resentido en un principio, con odio, perseguidor, aprobador de crímenes, es tomado por Dios, llevado al tercer cielo, pasa tiempo con Dios, es cambiado a un hombre manso, humilde y sumiso. Porque verdaderamente te conviertes en lo que adoras.

Por eso es que necesitamos regresar al pie de la cruz y comenzar a adorar al Dios eterno, adorarlo por su misericordia y por su verdad. Pablo le escribe a los corintios para decirles del mismo principio, y ahora ya no en relación con los ídolos como el salmista, sino en relación a nuestro Dios, y dice en 2 Corintios 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

Cuando tu contemplas la gloria de Dios, y como en un espejo, como dice Pablo, tú comienza a ser transformado, por el mismo Señor, de un grado de gloria a otro grado de gloria, porque ciertamente te conviertes en lo que adoras.

¿Qué hacer entonces? comenzar a hacer un autoexamen de conciencia y pedirle al Espíritu Santo que nos ayude a discernir cuáles son nuestros ídolos, esos que nos que nos llevan sutilmente a desplazar a Dios del lugar que inicialmente le habíamos dado. Que nos ayude a derribar esos ídolos que nuestra mente ha construido y que nos han llevado a depender más de ellos que de Dios mismo.

Dios es un Dios celoso, y él no compartirá su gloria con nadie. ¿Cuál es tú ídolo hoy? ¿El dinero, el trabajo, el sexo, tú familia, tus hijos? ¿Qué ocupa tu mente hoy que no es Dios? Es tiempo y hora de arrepentimiento.

Éxodo 20:4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

Levítico 19:31 No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo Jehová vuestro Dios.

Levítico 20: 6, 7, 22, 26

6 Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras de ellos, yo pondré mi rostro contra la tal persona, y la cortaré de entre su pueblo. 7 Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios.

22 Guardad, pues, todos mis estatutos y todas mis ordenanzas, y ponedlos por obra, no sea que os vomite la tierra en la cual yo os introduzco para que habitéis en ella.
26 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos.

Deuteronomio 27:15 Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artífice, y la pusiere en oculto. Y todo el pueblo responderá y dirá: Amén.

Deuteronomio 28:1 Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.

1 Corintios  10:7, 14, 19, 20
                                        
10:7 Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantaron a jugar.

10:14 Por tanto, amados míos, huid de la idolatría.

10:19 ¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos?

10:20 Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios.
SOMOS EL REFLEJO DE LOS QUE ADORAMOS

Salmo 115:1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad. 2 ¿Por qué han de decir las gentes: ¿Dónde está ahora su Dios? 3 Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho. 4 Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. 5 Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; 6 Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; 7 Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su garganta. 8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en ellos.

En otras palabras: te conviertes en lo que adoras; algo que el pueblo de Dios experimentó y que Dios denunció a través de los profetas, como Ezequiel, Jeremías, en más de una ocasión, fue la condición de su pueblo; un pueblo con ojos, pero que no podían ver, no podían discernir la verdad de Dios, un pueblo con oídos pero que no podían entender el contenido de su revelación. Algo que Dios profetizó del pueblo de Israel continua siendo una gran verdad de nosotros su pueblo en el día de hoy.

Tú comienzas a adorar algo y poco a poco, ese algo o ese alguien, a quien tú adoras, comienza a darte la forma; y el ídolo sin vida termina dándole vida a tú vida. ¿Te has observado a ti mismo últimamente? ¿Pudieras pausar en este momento y mirar en tu interior, y ver, y tratar de que Dios te ayude a ver lo que eres? Y hago esta pregunta porque con toda probabilidad la condición en la que tú y yo nos encontramos hoy, tiene mucho que ver con aquello que tú y yo hemos venido adorando; porque la palabra de Dios afirma categóricamente que te conviertes en lo que adoras.

Salmo 115:1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad.

El salmista establece una polémica, entre el único y verdadero Dios, entre el dador de la vida, el creador del cielo y de la tierra, entre ese Dios y los ídolos inútiles, infructíferos del pueblo de Israel. El único sabio Dios, el Dios de lo imposible, el Dios que el pueblo de Israel supo cambiar en más de una ocasión, en ídolos que no tenían vida.

El salmista al meditar acerca de esta verdad está consciente de cuan pequeños somos delante de Dios. Está consciente de cuan infinito es nuestro Dios. El salmista conoce que este Dios ha revelado, ha desplegado su gloria en su palabra, en su Hijo y aun en la creación. El salmista conocía de la inmensidad de su Dios al contemplar el firmamento, al contemplar los cielos, no necesitó un telescopio para concluir que había una Dios detrás de todo esto, y ni siquiera de un microscopio para entender la complejidad de su creación. Avances que el hombre de ciencia usa hoy y concluye que tiene que haber una inteligencia creadora detrás de la creación. El salmista llegó a esta conclusión mucho antes.

El salmista entiende la acusación que pesa sobre el hombre; desde siglos anteriores y conociendo esa acusación él exclama en este salmo: Salmo 115:1 No a nosotros, oh Jehová, no a nosotros, Sino a tu nombre da gloria, Por tu misericordia, por tu verdad. Nosotros debemos atribuir toda la gloria a nuestro Dios por cada una de las cosas que vivimos y experimentamos.

Pero de manera particular quiero llamar la atención a dos cosas por las cuales el salmista está dando gloria a Dios en este inicio de su salmo: por su misericordia y por su verdad. Por su misericordia, porque  de no haber sido por ella ya tú y yo hubiésemos sido consumidos.

Miremos cómo define Pablo en Romanos 1:25 la idolatría: 25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

¿Entendiste de qué manera Pablo entiende la idolatría? Es la corrupción de la verdad de Dios y el cambio entonces por la mentira que lleva a la criatura a adorar a la propia creación en vez de al propio creador. Y alguien más lo decía de esta manera, que esa idolatría que lleva el pecado al hombre, rehúsa admitir que él es una criatura dependiente del creador y entonces hace esfuerzos continuos para construir para sí mismo una vida independiente y segura.