viernes, 13 de febrero de 2015

EL LLAMADO

Atender al llamado de Dios es NAVEGAR. Y NAVEGAR es abrazarse al dolor de dejar atrás lo que se considera como comodidad y plenitud. Significa confiar en que no está simplemente avanzando hacia el futuro; está siendo dirigido.
Es la historia de Abraham, que deja Ur para dirigirse a lo desconocido.. Es Moisés que sale de Egipto hacia una tierra que nunca conocerá. Es Jesús transitando por la vía dolorosa para escalar una colina que no desea escalar.

El llamado de Dios es algo muy distinto a la búsqueda de la realización. El llamado, por más que lo maquillemos, no es glamoroso. Es la respuesta a una convocatoria. Una especie de rendición. Es la disposición a morir al pasado y avanzar hacia el futuro.

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